LA HORA DEL LONCHECITO.

Hace unos meses, mientras cubría una noticia en la Municipalidad de La Molina, me topé con un concurso que premiaba al vecino más puntual en sus pagos. Desde la entrada la gente estaba agolpada en la puerta y reía a más no poder. ¿La razón? El animador del evento se mandaba con unas bromas mostras, según me dijeron unas señoras. Curiosa como ninguna, me acerqué y escuché voces, risas, carcajadas. «Pero, ¿y el animador donde está?«, pregunté. «Es el pequeñín», me dijo un señor del costado. El fotógrafo y yo, que ya lo habíamos visto, nos reímos. «Es Koki pues, el de La hora del lonchecito«.

Y en mi cabeza empezó a soñar la cuña del programa radial: tan tan, tan tan, tan tan, tararara rara, tararara rarara…

¿Quién no lo ha escuchado alguna vez?

Mientras sorteaban el premio, me acordé de mis tardes veraniegas riendo con la música de ese programa. Al final, al hacer las fotos, el mismo Koki se prestó para hacer el chiste y se subió en un pequeño banquito. «Es que si no, no salgo pues«, sostuvo. Y todo el mundo rió. Y luego bajó, hizo cherrys de su programa, y todos continuaban riendo.

La gente lo saludaba, se tomaba fotos con él; lo quería. Él, pequeño de estatura pero de sonrisa enorme, se alegraba con cada flash y cada autógrafo. Este enano se las trae, pensé.

– Hoy conocí a Koki Salgado, dije al llegar a la redacción.
– Ah, ¿el del lonchecito?

A LAS PUERTAS DEL CIELO, AL CONFÍN DE LOS MARES…

Desde hace un tiempo escucho el programa con más atención. Me parece bacán. Además de la música que pasan las emisoras sin un locutor metiche y aburrido, no recuerdo haber estado tanto tiempo escuchando un espacio musical sin querer cambiar frenéticamente el dial (¿recuerdan mi horrible manía?). El tipo la rompe.

Recuerdo los inicios de los ’90. Jugando con mi play-go y mi lego, y escuchando la radio. Mi papá se mataba de la risa con cierto programa y yo, sin querer, tenía una oreja pegada a la radio y la otra ocupada en crearme una historia entre mis muñecos y los castillos construidos con ladrillos de plástico. Había un programa en especial que mi papá solía escuchar en las mañanas, en una emisora de la AM. El programa tenía una secuencia bien famosa, en la que los radioescuchas llamaban para ganarse alguito, y el conductor y su co-animador vacilaban a los participantes antes de darle sus premios.

– Felicidades señora, se ha ganado su canasta de productos Tropical.
– Es que «al que le toca, le toca«, tío Ronco.
– ¡Muy bien! Koki, ¿qué más le regalamos a la señora?
– Sus productos nosecuantitos pues tío…
– Claro Koki, también su paquete de eso…
– «Al que le toca le toca«, tío…

Y después de darle casi todo el estudio a la participante, y de ella responder millones de veces «al que le toca, le toca«:

– Y ahora, ¿qué mas le regalamos a la señora?
– No sé tío, una foto tuya, jijiji (sic).
– «Al que le toca, le toca» Koki, ¡pero tampoco tampoco pues!

Después de destruir mi castillo por haberme caído sobre él de la risa, escuché por primera vez ese nombre: Koki Salgado. Luego, me convertí en fan del programa que se llamaba La hora del Tío Ronco (adoraba la cuña de entrada, muy a lo «ferrando»), pero pasado un tiempo salió de circulación y, por ende, dejé de saber de Koki. Sólo tenía un par de datos, dadas las bromas del conductor: el tipo era chaparrito y con una risa peculiar: jijiji.

Cuando el Tío Ronco Gamez se fue a la tele, tambíén se lo llevó, y adonde se fuera, aunque sea para hacer bulto, el chato era fiel al tío. Hasta que la independencia llegó.

YO QUIERO SER UN TRIUNFADOR, DE LA VIDA Y DEL AMOR…

Otra de las radios de mi infancia era Carolina, en el 93.7 de la FM. Al igual que Stereo 100, ponían música oldie, pero también actual, en especial en su programa «Música por Cable». Cuando cancelaron la emisora y ésta pasó a llamarse «La Inolvidable», no dudé al pensar que todos se acordarían de ella, ¡pero para no sintonizarla nunca! La música era extremadamente antigua y aburrida, y sólo los papás de mis papás estaban contentos con el cambio (ni siquiera mis papás). Pero (siempre hay un pero), había un programa a las 5 de la tarde, con música añeja, sí, pero el locutor, jovial, divertido y fingiendo ser «amigo» de todos los cantantes que se escuchaban en su programa, se iba posicionando en un espacio titulado como el famoso ritual de la tarde: «La hora del lonchecito«. El conductor, para mi sorpresa, era Koki Salgado, sí, el cómplice del Tío Ronco. Así daba la bienvenida a su programa cada tarde: Música para recordar señora, señor, joven, señorita, pero también para acompañar a quienes vienen a casa después de un laaaargo día de trabajo, o para quienes se toman un lonchecito, y mientras quieren volver a soñar…

A los 5 minutos de haber escuchado el programa, pensé: ¿Y dónde está el tío? Porque jamás hubiera imaginado a Koki Salgado animando solo, pero luego noté que no, el tío no estaba enfermo, ni había faltado ni iba a llegar tarde: el dúo dinámico se había roto.

LA PRIMAVERA HA PASADO, QUIÉN SABE LA VIDA COMIENCE ASÍ…

A pesar de esto, el espacio siguió adelante. Tiene pedidos musicales, música recontra caleta y de colección, que me hacen recordar viejos tiempos. Cada vez que tomo un taxi, visito un hospital, entro en un restaurant o llego a casa a esa hora, ¿qué creen? Sí, el primero en recibirme es Koki Salgado. El comparito se desenvuelve bien, es carismático y tiene una voz de señor buena gente.

El programa va de lunes a viernes de 5 a 8 p.m. y pone, de hecho pone. Yo me divierto con sus comentarios, pero más con las canciones, en especial con las de tipo «voy a pintar las paredes con tu nombre mi amor«, «el globo rojo era mi amigo«; sueño con «el muchacho de los ojos tristes«, «no me pregunten por él, yo qué les puedo decir«; canto «tu cariño se me va, se me va, como el agua entre los dedos«, o «durmiendo, vivir durmiendo; soñando, vivir soñando«, entre otras. Los sábados también hay programa a la misma hora pero lo conduce otro pata, quiene por más que lo intenta no logra la pegada de los días normales.

¿Catarsis? Llámale como quieras, pero esa música te pone high y sobre todo te recuerda que tan viejo no estás!!!

Koki, ¡no te mueras nunca!

No hay duda: DEBISTE NACER EN AÑO BISIESTO.