PALABRAS DE MELI (II).

PRÓLOGO: este es un post largo, aunque está escrito para ser leído; quizá solo por mis pocos fans, pero es para ser leído. No habla sobre la historia musical del Perú ni sobre los discos que colecciono y un repaso de ellos. Habla más bien de cómo la música me ha acompañado en la vida, como se ha comportado como fiel compañera a través de estos casi 24 años. Ella y yo, dos locas viviendo una aventura bendecida por Dios… No es obligatorio que usted lo lea; es más, si no lo hace no me voy a molestar. Eso sí: este post no tiene calidad garantizada porque no soy una excelsa escritora, pero lo que sí tiene es risa garantizada, porque aquí cuento cosas que muy poca gente sabe de mí, por no decir casi nadie. Ahora bien, si después de esta breve introducción usted se anima a recorrer conmigo mis rutas musicales, ¡bienvenido! Si no, para otra será. Gracias.

Como les contaba en el post anterior, escribiré un poco de mí en estos días previos a mi cumple 24. Este post se titulará: MeLi y la música (oséase, de porqué soy WonderMelómana).

Desde que tengo memoria, más o menos dos días antes de mi cumpleaños número uno (sí, aunque usted no lo crea), la música siempre ha estado a mi lado. En mi casa la radio estaba encendida casi todo el día, sintonizada normalmente en Panamericana, 1160 (¡al rojo vivo!), San Isidro, y cuando mi papá se apoderaba de ella, en Stereo Lima 100. Dice mi mamá que cada vez que salía algún jingle de comercial en la tele, yo me ponía a balbucear y a bailar intentando imitar el sonido de la canción. También me cuenta mi tía que cuando Michael Jackson salía cantando «Thriller» en el canal 27 o 33 (siempre UHF), yo, en vez de llorar o asustarme con los muertos vivientes, me ponía a hacer los pasos y hasta me caía en el intento… ¡qué roche!

Mi historia musical infantil transcurría sin novedad, hasta que pasó uno de los hitos más importantes en mi vida como melómana. Un día mientras iba a casa de mi abuela con mis papás, me detuve al escuchar una canción muy bonita que salía de una casa a una cuadra de la mía. En el balcón del 2do piso un chico tenía una vaso de coca-cola en la mano y cantaba a viva voz en inglés, como haciéndole competencia al alto volumen de la radio. Yo le pregunté a mi papá, que se reía con mi mamá por la actitud del muchacho: «Papi, ¿qué canción es esa?». Después de pensarlo un ratito, me dice: «Uhm, creo que se llama Susurro Indiscreto, pero no sé quién la canta…«. Y desde entonces no me olvidé del susurro y preguntaba a todo mundo por el cantante, pero nadie -sino hasta hace unos años- me supo dar razón: descubrí que era de Wham!, una de mis bandas favoritas de los 80’s, liderada por George Michael, que pedía constantemente que lo despertaras antes de que te fueras.

Cuando nos mudamos de casa, papá empezó a experimentar con nuevas radios y conocimos Radiomar Plus, categóricamente superior… ¡ay qué rico!, y me volví fanática de la salsa, en especial de la salsa sensual, que salió a finales de los ochenta. Para entonces y como les comentaba en Liberen a Willie, yo me alucinaba íntima de los más conocidos salseros de ese estilo: Willie González, Lalo Rodríguez y Eddie Santiago. Y hasta renegaba de mi condición porque -según la MeLi de esa época- por ser mujer no podría convertirme en el mejor salsero peruano y ser como Willie Rivera, Antonio Cartagena o Johnny Rojas, nacionales que ya figuraban en ese entonces. Jejeje, qué cosas pasaban por mi cabeza…

CUANDO LLEGUE EL DÍA EN QUE ME VAYA, QUIERO QUE ME RECEN UN PADRENUESTRO EN LA PLAYA.

Entonces, siguiendo la fórmula, cada ritmo nuevo que salía yo lo integraba automáticamente a mi jukebox mental, o más bien a mi minicomponente Sanyo, sí, ese que la juventud llevaba pegado a la oreja cuando caminaba por la calle (¿recuerdan a Natalia Málaga en un comercial haciendo esto? Cómo olvidarse, jejeje).

Recuerdo clarísimo que mis papás casi siempre armaban tremendos tonos en la casa, celebrando cumpleaños, aniversarios… en fin, cualquier ocasión era propicia. Mi labor en las jaranas era bien chistosa, como creo que la de todos los niños de esa edad: coleccionaba las chapitas de cerveza y era la discjockey, o más bien la que le pasaba los discos de 33 rpm y 45 rpm a mi papá para que los ponga. No me dormía, sino más bien me gustaba estar en las fiestas, aplaudir a las parejas bailarinas y sonreír para las fotos (también aprovechaba el pánico para pedir propinas, pero esa es otra historia).

Yo cantaba y bailaba con Frankie Ruiz, Héctor Lavoe… y con un CD que hasta ahora es infaltable en los cumpleaños familiares: Viejitos pero calientes. Es un compilado de cumbias mostras que todo el mundo -hasta los más quisquillosos- bailan cuando el tono ya está en su salsa. Allí están la conocidísima «Quiero amanecer«, «Tumba la caña«, «La Pacharaca«… y también la famosa «Un padrenuestro en la playa«. Ya más avanzada la madrugada continúabamos con el longplay «De toque a toque» de Rulli Rendo, que era un mix de sus canciones y duraban harto, para que bailarás durante todo el toque de queda de esos años. Dios, qué tales recuerdos…

OYE MI CANTO (LIBRE… ¡LIBRE PARA EXPRESAR!)

Ya para entonces mi base de datos musical se iba ampliando y yo escuchaba de todo: Miami Sound Machine, Wham!, Carmencita Lara, Sonora Ponceña, Camagüey, Javier Solís, Air Supply, Chayanne, Sergio Fachelli, Luis Miguel, Popi… Yo no escatimaba en géneros y/o estilos: canción que escuchaba, canción que memorizaba y cantaba a cada rato, volviendo loca a toda mi familia, claro está.

Recuerdo clarito que en el ’91 con el furor de «Sopa de Caracol«, la Lambada, el «Coco Loco» y el desempolvado «Disco Samba«, ya no sólo almacenaba letras en la memoria sino también pasos de baile y participaba en varios concursos escolares, y aunque no era la mejor bailarina ni la de mejor vestuario y mucho menos la más linda, solía ganar por ser la más graciosa, pequeña y coqueta (gracias mami). Pero bue, eso es otro tema .

Ya en la secundaria la cosa se diversificó: apareció con fuerza el merengue del tipo Proyecto Uno (no pares, sigue sigue), los Fantasmas del Caribe (Celinaaa, no haces nada, nada en la oficina), Pochi y la Coco Band (pa’ los coquitos), etc. Hasta que conocí el Tecno, el reggaetón de mis épocas de secundaria. Yo feliz me aprendí las canciones que en su mayoría estaba en inglés, del Dr. Coke, Dj Bobo, Le bouche, Pato Banton… ¿Quién no ha cantado «Go Pato» alguna vez en su vida? ¡Todo el mundo! Incluso cuando él vino al Perú mucha gente, como yo, se aprendió todos los estados de USA con sólo repetir varias veces la canción!!! ¡Gracias por las lecciones de geografía, querido Pato! Y también era fanática de «Casablanca«, «Mallorca«, «Jambo, jambo, jambo«, «Smile«, «Tonight is the night«, entre otras.

Conocí MTV Latino aproximadamente en el invierno del ’96. La verdad, me abrió un panorama musical totalmente distinto. Por fin le veía las caras a muchas bandas que sólo había oído en Radio América, Miraflores o Doble nueve. Fue cuando descubrí a Oasis, de quien ya había oído «Whatever» en el ’95. Me acuerdo que haciendo zapping en el canal 46 (que era en ese entonces el canal de MTV) vi el vídeo de «Don’t look back in anger» y me quedé pegadaza con Oasis (de ellos viene parte de mi nick). Desde entonces grababa todos sus vídeos, me memorizada sus letras y hasta me metí a internet en setiembre del ’97 (mi primera vez) a buscar información sobre ellos. Y claro, cómo olvidarme de los otros 3 grupos que me movían el piso en aquella época: Jamiroquai, Aerosmith y las Spice Girls. ¡Me moría por ellos! Me metía a sus webs (recontra telazas en esos días) y les escribía mensajes de amor en sus guestbooks, jajaja.

YOM YOM CHIQUIBEBE COMISIQUE.

Terminé la secundaria con muchas canciones en la cabeza, la base de datos musical bien llena y mi papá me decía por esos días: «Si el examen de admisión incluyera letras de canciones, tu ingresarías en primer puesto». Yo empecé a buscar universidades con ese tipo de admisión…

Cuando ingresé a la universidad (la PUCP, porque no encontré a la Universidad de la Salsa), la mayoría de mi tiempo libre se iba en la tele. Veía 18 series a la semana, varios programas de MTV, salía de vez en cuando a bailar y aún asi sacaba buenas notas (debo volver a ese tipo de organización de mi tiempo, jejeje). En el tercer año de la universidad, me acuerdo que pasé por un ligera etapa de depresión. Todos mis amigos se iban atrasando en los cursos, lo que es normal en la universidad, y yo era la única que avanzaba según el plan curricular. Incluso para elegir cursos era un desastre: por mi ponderado conseguía cursos y horarios que ellos también querían pero que no alcanzaban… y poco a poco me separé de ellos porque nuestros horarios no cuadraban. Sola en el mundo, conociendo a nueva gente, la música se volvió otra vez mi fiel compañera.

Con la nueva gentita empecé a frecuentar los conocidísimos Mr. Chopp, Tropical Plaza y otras discos donde pasaban la música de moda. Eran tiempos de bailar el famoso Moulin Rouge; los merengues del tipo «Mayonesa» y «Gelatina«; las salsas como «La boda de Belén» y «La Tremenda«; y las canciones de los grupos nacionales Afrodisiaco, Internacional Bahía, entre otros. Mientras tanto, combinaba esas andanzas con la música de Los Ecos, Armonía 10, Agua Marina, que te ponía a bailar en one y era ideal si de hacer chongo se trataba.

También me metía varias horas a internet, me bajaba música, lyrics (con mi singular manera de buscar), reencontraba grupos y canciones de 60’s, 70’s y 80’s que solía escuchar en Stereo 100, ¡y edité la primera edición de los WonderSong!

I LIKE YOU JUST THE WAY YOU ARE…

No sé si les he contado sobre mis WonderSongs, pero aquí voy otra vez por si acaso. Es un ránking hecho por mi de las mejores baladas en inglés de todos los tiempos. Hay desde Earth Wind & Fire hasta Take That… en una palabra, ¡de todo! ¿Cómo lo hice? Así: hice mi lista, me fui a Polvos Azules y con mi primer sueldo, allá por el 2002, edité mis WonderSongs I, II, III, IV y V. Guardé una copia y la otra se la regalé a mi mejor amigo, que dice se emocionó hasta las lágrimas con mi mixer. Tiempo después regalé otra copia a mi mejor amiga y otra a buena amiga que viajó a Irlanda, osea que hasta por allá hay WonderSongs. Esa compilación fue muy especial y tengo copias hasta en el banco creo, jajaja. Naa, a las justas guardo una en mi compu for the record.

Se imaginarán que para el 2003 ya me sabía cantidad de canciones y pasos de baile porque… ¡salió de moda Axe Bahía! Yo bien fiel aprendiéndome el portugués masticado y los pasos de baile porque eran la moda total, además que me encantaba el grupo porque sus canciones eran super divertidas y alegres.

El 2004 fue mi regreso a las baladas en español. Mi estado anímico (post-ruptura) me hicieron ser todavía más fanática de Ricardo Montaner, Chayanne, Luis Miguel, conocer a Obbie Bermúdez, Tiziano Ferro y todos esos one-hit-wonders. También me volví super fan de La hora del lonchecito de radio La Inolvidable, conducido por el carismático Koki Salgado. Hasta que a mediados del 2004 conocí al reggaetón.

BAÍLAME, VAMOS A AMANECERNOS BAILANDO, BAÍLAME, ¡PORQUE LAS PENAS SE VAN BAILANDO!

Como bien relato en este post, el reggaetón me correteó a mí y yo no a él. Con el paso del tiempo me he ido aprendiendo cantidad de sus «lyriqueos». La gente que me conoce, y la que termine de leer este post, me dirá: ¿cómo pasaste de Aerosmith a Wisin y Yandel? Respondo: porque nunca dejé uno por gustarme el otro, y porque en cuanto a música a mi me gusta cantar (aunque lo haga pésimo) y bailar de todo. En emisoras radiales yo tengo mis favoritas (Moda, Felicidad y Oxígeno), pero sí me toca escuchar otro tipo de música, no me hago paltas y aprovecho para actualizar el jukebox.

Además, como muchos saben mi papá, mi hermana, mi mamá y yo siempre hemos tenido algo en común: amor por la música. Tenemos cerca de 22 GB de música en la compu, desde pasillos hasta gregorianas. Por eso, si alguien necesita una canción, páseme la voz, capaz que la tengo y se la puedo enviar (ya varios aprovecharon el pánico).

Y este post finaliza aquí. Creo que sin la música yo no podría vivir (obvio que tampoco sin fe). De hecho me han faltado mil cosas que poner, pero no tienen una idea de cuántos días me he tardado en hacer este enorme post, recordando cada una de mis etapas musicales. Incluso, mientras escribía, me acordé de una super canción de Los Zopilotes, de su disco Quechiquitiparetibembo: «Yom Yom Chiquibebe Comisique«, así que hasta me ha servido para hacer memoria. No me pregunten qué significa el título porque eso sólo lo podrán saber ellos, pero era una de mis canciones favoritas. Felizmente la encontré gracias a un buen amigo y ahora completé los 22 GB, jejeje.

Gracias por leer so far.