CON LICENCIA PARA GANAR.

Por fin me entregaron mi título a nombre de la nación!

Yeeee.

Yeeeeeeee.

YEEEEEEEEEEEEEEEEE.

OK, ni yo me la creo. Entre ser titulada y no serlo, la verdad es que no hay mucha diferencia (escribo despacito para que no escuche mi papá, para quien ser licenciada ES TODO! Así, con mayúsculas). Recuerdo que el último día de clases nos pasaron una encuesta para evaluar el curso de titulación (basta decir que fui más dura que con mi practicante cuando no pone tildes en los e-mails) y que tenía una pregunta bien pero bien monse: ¿Le van a subir el sueldo luego de haber llevado este curso?

O SEA…

No se pasen pues. ¡Quién te va a subir el sueldo automáticamente porque ya eres licenciada! Que eso sirva para argumentar un próximo ascenso o promoción, puede ser, pero de ahí a que al día siguiente llegues a tu trabajo y tengas oficina propia, chofer y asistente, hay mucha, pero mucha diferencia.

Igual, a pesar de que puede o no ser la gran cosa, mis abuelos están felices, mi papá y mi hermana también, mis tíos y mis primos ni qué decir, hasta el taxista que nos hizo «la carrera» quería una foto conmigo, jajaja. (Para mayores referencias, ver caras de felicidad familiar en mi facebook).

Y bueno, creo que sólo me falta mi Geely para conquistar el mundo, porque ahora que ya tengo licencia «para ganar» no me para nadie, ¿di?

P.D.: Trujillo, allá vamos!!!

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